La adquisición de una vivienda es una de las decisiones financieras más importantes en la vida de una persona. Sin embargo, cuando se supera la barrera de los 50 años, el camino para obtener financiación puede parecer más complejo. Este es el caso de Pilar, una mujer de 55 años que, debido a circunstancias personales, necesita vender su casa actual y comprar una nueva. Al no ser suficiente el capital de la venta, se ve en la necesidad de solicitar una hipoteca, enfrentándose a una duda común: ¿conceden los bancos préstamos hipotecarios a personas de su edad?
La edad como factor determinante para la banca
Para las entidades financieras, los solicitantes mayores de 50 años suelen presentar un perfil atractivo. Generalmente, cuentan con una larga trayectoria laboral, lo que se traduce en estabilidad profesional, ingresos sólidos y un nivel de ahorro considerable. A pesar de estas ventajas, la edad se convierte en un obstáculo fundamental. La mayoría de los bancos establece un límite de edad para la finalización del préstamo, que suele situarse entre los 70 y 75 años.
Esta política responde a una simple gestión de riesgos: a mayor edad del cliente, mayor es la probabilidad de fallecimiento antes de saldar la deuda. Si el titular no tiene herederos o estos renuncian a la herencia, el banco se vería obligado a ejecutar la hipoteca y subastar la vivienda, un proceso que no garantiza la recuperación total del capital prestado. Por este motivo, para un solicitante de 55 años como Pilar, el plazo de amortización se vería limitado a un máximo de 15 o 20 años. Esta reducción del plazo implica cuotas mensuales más elevadas, lo que exige al solicitante disponer de unos ingresos superiores para poder asumirlas con comodidad.
Alternativas y entidades más flexibles
Afortunadamente, el mercado ofrece soluciones. Según el comparador financiero HelpMyCash.com, existen algunas entidades que muestran una mayor flexibilidad, ampliando la edad máxima de amortización hasta los 80 años. Esto permitiría a una persona de 55 años acceder a un plazo de hasta 25 años, lo que se traduce en cuotas mensuales más asequibles y manejables. En el caso de solicitudes en pareja, estos bancos suelen tomar como referencia la edad del titular más joven para establecer el límite.
Entre las entidades que ofrecen esta flexibilidad se encuentra Openbank, el banco digital del Grupo Santander. Sus condiciones hipotecarias se sitúan entre las más competitivas del mercado actual. Otra opción es Banco Mediolanum, que también permite finalizar el pago de la hipoteca hasta los 80 años. Para aquellos que no dispongan de tiempo o prefieran delegar la búsqueda, la figura del bróker hipotecario es una excelente alternativa. Este profesional contacta directamente con las entidades más dispuestas a financiar a perfiles sénior y negocia para obtener condiciones ventajosas.
Además, es importante destacar que la pensión de jubilación es considerada por la mayoría de los bancos como una fuente de ingresos válida y estable para respaldar una hipoteca, ya que está garantizada por el Estado. El requisito indispensable es que la cuantía de la pensión permita afrontar la cuota mensual sin que el nivel de endeudamiento total (sumando otros préstamos) supere el 35% de los ingresos.
El dilema actual: ¿tipo fijo, mixto o variable?
Una vez resuelta la viabilidad de la financiación, surge la siguiente gran pregunta: ¿qué tipo de hipoteca conviene más en el entorno económico actual? La opción tradicional y más popular en España sigue siendo la hipoteca a tipo fijo, que garantiza la misma cuota durante toda la vida del préstamo, aportando seguridad y previsibilidad. Aproximadamente el 92% de las hipotecas en mercados consolidados como el estadounidense corresponden a esta modalidad.
Sin embargo, las hipotecas a tipo variable o mixto (conocidas como ARM en el mercado anglosajón) representan un 8% del total y pueden ser una alternativa interesante en ciertos escenarios. Estos productos ofrecen un tipo de interés fijo y reducido durante un período inicial (generalmente 3, 5, 7 o 10 años) para luego pasar a un tipo variable referenciado a un índice como el Euríbor, al que se le suma un diferencial fijo pactado con el banco.
Ventajas y riesgos de las hipotecas variables
Las hipotecas variables pueden ser beneficiosas para perfiles concretos. Por ejemplo, para compradores de una primera vivienda que planean venderla en pocos años, ya que pueden aprovechar el bajo tipo de interés inicial antes de que comiencen las revisiones. También son una herramienta para inversores que buscan minimizar costes iniciales en propiedades destinadas al alquiler o a la reforma y venta. En un mercado con tipos de interés elevados, una hipoteca variable puede ofrecer un coste de entrada más bajo y la posibilidad de beneficiarse de futuras bajadas del Euríbor.
No obstante, su principal desventaja es la incertidumbre. Así como las cuotas pueden disminuir si el índice de referencia baja, también pueden aumentar considerablemente si este sube, lo que supone un riesgo para la estabilidad financiera del hogar. A diferencia de la predictibilidad de un tipo fijo, las hipotecas variables exigen una mayor tolerancia al riesgo y una planificación financiera a largo plazo que contemple posibles subidas de la cuota mensual.