El director ejecutivo de NVIDIA, Jensen Huang, viajó a Taiwán el pasado viernes para mantener conversaciones urgentes con TSMC sobre la capacidad de producción de chips de 3 nanómetros. Para satisfacer la creciente demanda de los chips de inteligencia artificial Blackwell Ultra y de la próxima generación Rubin de NVIDIA, TSMC ha decidido aumentar la producción mensual de 3nm en sus instalaciones Fab 18B, situadas en el Parque Científico del Sur de Taiwán, pasando de 100.000 a 160.000 obleas, lo que supone un incremento del 50%. Más de 35.000 de estas obleas adicionales se dedicarán exclusivamente a NVIDIA, ayudando a la compañía a alcanzar su objetivo de envío de 20 millones de chips de IA durante los próximos cinco trimestres.
El emblema de la inversión en IA
Esta necesidad operativa subraya por qué NVIDIA se ha convertido en el rostro de la inversión en inteligencia artificial. Para los inversores, representa cómo la tecnología de una sola empresa puede definir un tema de inversión completo. En los últimos tres años, sus acciones se han disparado más de un 1.400%, un repunte que ha elevado su valor de mercado a cerca de 5 billones de dólares. Este éxito refleja tanto la escala de su dominio como la intensidad de las expectativas que rodean la próxima fase de crecimiento de la IA. Un ejemplo reciente de esta escala es el acuerdo de 100.000 millones de dólares de NVIDIA con OpenAI, según el cual el creador de ChatGPT planea construir y operar 10 gigavatios de centros de datos alimentados por GPUs de Nvidia.
La tesis alcista: razones para el optimismo
A pesar de los temores sobre una posible burbuja de IA, alimentados por el rápido ascenso de los valores relacionados y la concentración de inversiones, destacados analistas siguen siendo optimistas. Keithen Drury, un inversor situado entre el 3% de los mejores profesionales bursátiles cubiertos por TipRanks, mantiene una postura alcista. “NVIDIA está bien posicionada para sobresalir durante años”, afirma. “Su tecnología ha impulsado la mayor parte de la IA que experimentamos hoy, y es poco probable que eso cambie mucho en el futuro”.
Drury esboza varias razones clave para su optimismo. En primer lugar, el gasto relacionado con la IA continúa aumentando, con los gigantes tecnológicos (hiperescalares) impulsando inversiones de capital masivas que no muestran signos de desaceleración. Aunque reconoce ciertos riesgos vinculados a OpenAI, subraya que la mayor parte del gasto en infraestructura de IA proviene de empresas con gran liquidez capaces de sostener ciclos de inversión agresivos.
Además, Drury señala la previsión de NVIDIA de hasta 4 billones de dólares en gastos globales en centros de datos para 2030, una cifra basada en la estrecha visibilidad de la compañía sobre los mayores desarrollos de infraestructura del mundo. “Los inversores deberían dar a Nvidia el beneficio de la duda”, añade. Otro viento de cola reside en el inevitable ciclo de actualización de las GPU, ya que los chips de IA eventualmente requieren reemplazo. Dado que los hiperescalares están en gran medida atrincherados en el ecosistema de Nvidia, Drury cree que cambiar a competidores sería costoso y poco probable.
Drury también espera que las discusiones en curso entre Estados Unidos y China puedan beneficiar a Nvidia si se le permite vender en ese mercado clave. Finalmente, a pesar del impresionante rendimiento de NVDA, el inversor postula que, al tener en cuenta las ganancias futuras, su valoración se sitúa firmemente entre la de sus pares tecnológicos. “Nvidia todavía tiene mucho recorrido”, resume Drury.
La antítesis: la gran apuesta de Michael Burry
Sin embargo, este optimismo no es unánime. Mientras la temporada de resultados trimestrales ofrece una visión de la salud corporativa, otro evento clave es la presentación de los formularios 13F ante la Comisión de Bolsa y Valores (SEC). Estos formularios, obligatorios para inversores institucionales con al menos 100 millones de dólares en activos bajo gestión, revelan las posiciones de compra y venta de los gestores de fondos más influyentes.
Michael Burry, de Scion Asset Management, conocido popularmente como el inversor de “La Gran Apuesta” (“The Big Short”), es una de esas figuras que el mercado sigue de cerca. El último 13F de Scion, que cubre la actividad comercial del trimestre finalizado en septiembre, muestra que Burry ha realizado apuestas considerables contra dos de las favoritas de la IA: Nvidia y Palantir Technologies.
Históricamente, Burry busca y apuesta contra lo que percibe como dislocaciones de precios. Aunque los datos de Crestmont Research muestran que el S&P 500 siempre ha generado un rendimiento total positivo en cualquier período móvil de 20 años, esto no impide que acciones individuales caigan. Los vendedores en corto (short-sellers) como Burry apuestan precisamente por la caída del precio de empresas específicas, y el gestor de Scion no es ajeno a esta estrategia.
El consenso actual de Wall Street
La postura bajista de Burry contrasta marcadamente con el sentimiento general del mercado. Actualmente, Wall Street se alinea mayoritariamente con la visión optimista de Drury. Con 37 calificaciones de Compra y solo 1 de Mantener y 1 de Venta, NVDA presume de una calificación de consenso de Compra Fuerte. Su precio objetivo medio a 12 meses, situado en 237,35 dólares, implica un potencial de subida del 26% desde los niveles actuales.